El festival del queso rodante en Gran Bretaña

El festival del queso rodante en Gran Bretaña

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El festival del queso rodante es una peculiar cacería de orden lácteo en la que, a diferencia de las ordinarias, los cazadores acaban bastante más magullados y perjudicados que la propia presa. Actualmente se celebra en varios lugares de Gran Bretaña, pueblos pequeños con pronunciadas y resbaladizas colinas, por lo general, pero de entre todas las persecuciones destaca una cuya fama es ya mundial: la del Festival del Queso Rodante de la colina de Cooper, en el condado de Gloucestershire (Cooper’s Hill Cheese-Rolling and Wake).

Las primeras referencias escritas a este evento datan de mediados del siglo XIX, si bien no existe consenso acerca del origen del mismo. Se dice que la tradición del queso rodante formaba parte de una serie de actos festivos que hace dos siglos tenían lugar durante la época estival con objeto de conmemorar la llegada del verano, pero que, con el tiempo, se fueron reduciendo a un único evento, el cheese-rolling, cuya fecha de celebración se trasladó al último lunes de mayo. Lo que parece no suscitar discrepancias entre los entendidos es el carácter de tan extraña carrera, que todos asumen como pagano.

Si se te ha pasado por la cabeza asistir este año para ver rodar los quesos de cerca, más vale que elijas cualquier otra colina donde se celebre, pues la mítica carrera de Cooper’s Hill no tendrá lugar en 2010 debido a la gran cantidad de asistentes que se espera recibir, cuya seguridad no parece poder garantizarse. Y es que los golpes, torceduras, fracturas y demás lesiones son invitados asegurados en cada edición.

La pendiente por la que echan a rodar los quesos es tan empinada que éstos llegan a alcanzar velocidades superiores a los 100 kilómetros por hora, convirtiéndose en auténticos proyectiles capaces de causar daños considerables a cualquier cosa que se encuentre en su camino. Siempre se utiliza la misma variedad, un doble queso Gloucester cuyo peso es de más de tres kilos, y que desde hace 20 años ha suministrado una misma artesana local. Se realizan varias carreras en cada edición, correspondientes a categorías distintas: cuatro o cinco cuesta abajo en persecución del queso (una de las cuales es sólo para mujeres) y otras tantas que son cuesta arriba, las únicas en las que pueden participar los menores de 12 años. El premio para el ganador es siempre el mismo en todas ellas: quien primero alcance la meta, se llevará a casa el enorme queso.

Apresarlo en movimiento es físicamente imposible, teniendo en cuenta que se suelta con un segundo de ventaja y la velocidad endiablada que alcanza; lo único que pueden hacer los osados corredores es lanzarse colina abajo con el mismo ímpetu y someterse a la ley de la gravedad y los caprichos de la colina. Entre el desnivel, el barro y la hierba, mantenerse en pie es pura casualidad, por lo que la mayoría de participantes acaban dando con sus huesos en el suelo y rodando descontrolados por la falda de Cooper’s Hill. Al pie de la misma se sitúan los llamados catchers, unos hombres más bien fornidos cuyo cometido es agarrar y detener a los despendolados que lleguen a la meta con excesiva inercia.

Tampoco faltan nunca a la cita el personal sanitario y las ambulancias, que han de atender a un gran número de contusionados y heridos, afectados casi siempre por traumatismos, rozaduras, luxaciones y fracturas. Algunos de estos accidentados logran cruzar la línea de llegada antes que nadie, pero lo hacen tan magullados y en un estado tan catastrófico que levantar el pesado queso les resulta tarea imposible. Pocos ganadores salen incólumes del frenético descenso, pero todos los participantes consideran que algunos arañazos y moratones son, en el mejor de los casos, un precio razonable por alzarse con la pieza y el reconocimiento de los espectadores.

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