El canto tirolés

Ahora que esto de la nostalgia está tan de moda os proponemos que recordéis la sintonía de “Heidi”. No hace falta que os digamos que parte de lo que suena es un canto tirolés, eso ya lo sabemos todos; pero también hemos de admitir que poco más sabemos acerca de una de las manifestaciones culturales más curiosas de Europa.

En primer lugar deberíamos decir que el de “tirolés” es un término más bien impreciso para nombrar a este tipo de canto. La razón es que si bien se entona en la región del Tirol (localizada entre Austria e Italia) también es propio de otros territorios alpinos como los de Suiza, Liechtenstein y el sur de Alemania.

Un término más adecuado para referirse a él sería “Jodeln”, nombre que viene de las expresiones sin significado (o jitanjáforas) tales como “jodeln”, “holadaittijô” o “hodaro” que llenan estas composiciones y que a los mediterráneos nos parecen tan cómicas. Por cierto, estas jitanjáforas son todo un desafío para voces no entrenadas, así que mucho cuidado con hacer chistes. Además, debéis saber que en cada región la manera de entender el canto es distinta: por ejemplo en Suiza es más lento y relajado mientras en que el Tirol es más rápido y animado.

Históricamente el Jodeln nace en 1545, año en el que cita por primera vez en una crónica, aunque se sabe que es mucho más antiguo y que, en origen, era un grito de llamada usado por los pastores alpinos para agrupar el ganado y avisar de su llegada a las poblaciones próximas. Con el paso del tiempo se convirtió en uno de los grandes pilares del folclore alpino y hasta trascendió fronteras: muchos emigrantes llevaron el Jodeln a América, donde influyó en otros géneros como el country, el bluegrass, el blues o incluso el jazz pues hay quien dice que los famosos scats o improvisaciones vocales melódicas podrían haber estado inspirados en el canto que ahora nos ocupa.

¿Quién iba a decir que un tipo de música que conocemos por unos dibujos animados iba a dar para tanto?