El origen del brindis

Brindis

Ya sea entre amigos o en una reunión familiar, cuando queremos celebrar algo en la mesa solemos brindar: alzar nuestras copas y chocarlas. Con ello hacemos partícipes de nuestra alegría a todos los que nos rodean. Pero, ¿cuáles es el origen de esta costumbre?

Como siempre, cuando se estudia este tipo de costumbres populares, hay varias teorías. Una de ellas nos toca a los españoles muy cerca.

Estamos en el año 1.527, a primeros de mayo, tras el polémico saqueo de Roma por parte de las tropas del emperador Carlos V. Según se cuenta varios lansquenetes (soldados alemanes), para celebrar su victoria frente a los romanos, llenaron sus copas de vino, las alzaron y, convocando al monarca, gritaron "bring dir's" (yo te la ofrezco). Durante mucho tiempo esta historia se ha tomado como origen de la costumbre, aunque ahora se ha puesto en duda y se cree que es una leyenda concebida para desprestigiar a Carlos V, que siempre dijo que nunca había ordenado el saqueo citado y que todo se debió a la insubordinación de sus tropas.

Otra teoría nos remonta a varios siglos antes de la época del César Carlos. En plena Edad Media, época de reinos ambiciosos y conspiraciones, podían darse casos en los que un noble podía aprovechar un banquete para envenenar a otro o incluso al mismo rey. Como medida disuasoria, se pensó en chocar las copas para que los contenidos se mezclaran o salpicaran. Así, si el vino estaba emponzoñado existía la posibilidad de que el envenenador también cayera. Claro, uno puede ser muy envidioso, pero no tan tonto como para beberse su propio bebedizo.

Por los mismos derroteros va otra teoría que pone el comienzo de la tradición mucho más atrás, en la época de la Grecia clásica. Durante los banquetes anfitrión e invitados eran servidos de la misma jarra de vino. Como muestra de confianza el dueño de la casa donde se celebraba el evento mostraba su copa, la alzaba para que todo el mundo la viese y, antes que nadie, bebía su contenido para demostrar que aquel vino, además de tener buena calidad, no tenía ninguna sustancia extraña que hiciera a los asistentes temer por su vida.

Existe otra conjetura, esta vez aglutinante que afirma que todas estas teorías son ciertas. ¿Quién nos dice que los reyes de la Edad Media no se basaron en una costumbre griega y que los lansquenetes de Carlos V no chocaron sus copas para mostrar su lealtad al emperador? Al fin y al cabo todas estas teorías tienen un punto en común: la confianza; ya sea en la estrategia de un emperador, en la falta respecto a un competidor, o en la demostración de ella frente a los amigos.

Pensad en ello la próxima vez que digáis "chin, chin". Eso sí, en estos tiempos no hace falta que desconfiéis del contenido.

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