Acadianos y cajunes, franceses en América

Si habéis visto alguna película que transcurra en Florida antes o después habrá aparecido un personaje de nombre francés al que otro personaje llama "cajún". Se supone que ese "cajún" es descendiente directo de un acadiano, uno de los primeros franceses que llegaron a Norteamérica.

Pero vayamos por partes: como sabéis hubo una parte de población francesa que emigró a lo que hoy es Canadá. Pero no debemos confundir a acadianos con quebequeses: según las crónicas Acadia fue fundada cuatro años que Québec.

Casi desde la fundación de su territorio los acadianos lo tuvieron difícil: si Canadá ya es por sí misma una región inhóspita del mundo había que añadir la eterna disputa del Nuevo Mundo con los ingleses. En 1604 los británicos ya reclamaban la zona arguyendo que les pertenecía en función de los descubrimientos que en el continente americano, y para la corona inglesa, había hecho el marino John Cabot (por cierto, de origen italiano). Curiosamente los mejores aliados de los acadianos fueron los aborígenes mi'kmaq, que les enseñaron sus técnicas de supervivencia, mientras que los ingleses les hostigaban y los propios franceses miraban a otro lado, más preocupados por la próspera Québec.

Normal sentirse un poco desarraigado después de eso, ¿verdad? Este sentimiento creció cuando, tras la firma del Tratado de Utrech en 1713 (que puso fin a las hostilidades entre ingleses y franceses durante la Guerra de Sucesión Española), la zona de Acadia pasaba a llamarse "Nueva Escocia" y a formar parte del Imperio Británico. Los años transcurrieron en una calma tensa hasta que en 1754 los ingleses exigieron a los acadianos que juraran lealtad al rey inglés para así poder luchar en las guerras coloniales. Se negaron dado que, si aceptaban ser súbditos británicos, tendrían que luchar contra compatriotas y familiares que estaban en el bando francés. Como respuesta el Alto Mando del Ejército Británico destinado en Canadá decidió la deportación masiva.

Nota: estas banderas que veis arriba representan a la nación acadiana (izquierda) y a la nación cajùn (derecha)

Más de 12.000 acadianos fueron condenados al exilio. Comenzaba un éxodo que hizo volver a Francia a unos y a otros buscar en el continente americano nuevas tierras en las que asentarse. La mayor parte buscaron refugio en Luisiana, al sur de lo que hoy es Estados Unidos. Por aquella época era territorio soberano hispano y los españoles, considerando aliados a los recién llegados (no olvidemos que la monarquía española es de origen francés y que los acadianos también profesan la fe católica), les facilitaron tierras.

Para algunos estudiosos a partir de este momento comienza la conversión de los acadianos en cajunes: al ser Luisiana parte de la corona española siguieron formando un grupo diferenciado, pero que al mismo se iba mezclando con indígenas y emigrantes de otras nacionalidades como alemanes. Su lengua evolucionó de manera distinta al francés continental e incluso su gastronomía fue adquiriendo rasgos diferenciadores.

La incorporación de Luisiana a Estados Unidos en 1803 supuso la total diferenciación: aunque los norteamericanos eran más permisivos seguían siendo anglosajones, por lo que las diferencias culturales se acrecentaron. Un dato curioso es que, a partir de ese momento, la cultura cajún adquirió ciertos rasgos hispanos cedidos por los colonos españoles que se sentían más próximos a los francófonos que a los norteamericanos descendientes de ingleses.

Han pasado más de 200 años y hoy en día la sociedad cajún es una de las más reconocidas de Estados Unidos. Muy definida gracias a unos rasgos propios que tocan casi todos los ámbitos culturales se ha convertido en un ejemplo de un grupo que se enorgullece de su mestizaje y de su pasado: un tipo de cultura que verdaderamente representa lo que es América.