Hay trastornos que sólo sufren viajeros

Viajero

Es más que probable que al leer el título de este artículo hayáis pensado en el Jet Lag. En efecto la descompensación horaria es un gran trastorno; pero también otros de naturaleza un tanto más "singular". Os vamos a mencionar unos cuantos.

Síndrome de París: se trata de un síndrome específico de viajeros japoneses, pero que parece estar extendiéndose a otras nacionalidades. Básicamente consiste en la crisis nerviosa debida al desengaño que experimentan los turistas al encontrarse con que París es una bulliciosa ciudad en lugar del lugar pintoresco, de ensueño, poético, mágico y entrañable que aparece en Amélie o en Antes del atardecer. Tantos turistas japoneses se ven afectados que la embajada japonesa en la ciudad ha habilitado una línea de teléfono disponible las 24 horas para ayudar a todo viajero con ese síndrome.

Síndrome de Stendhal: se hizo famoso por la mención de un anuncio de televisión, aunque lleva estudiándose casi 200 años. En 1817 el escritor Henri-Marie Beyle, conocido como Stendhal, visitó la Basílica de la Santa Cruz de Florencia y se encontró con tal cantidad de belleza y arte que entró en un estado de éxtasis rayano en el síncope. Elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones son los síntomas que puede experimentar el viajero cuando se encuentra en un ambiente en el que sobresale la belleza.

Síndrome de Ulises: este síndrome afecta a viajeros de larga estancia y a emigrantes. Se debe al estrés provocado por la soledad, los problemas de empleo y la añoranza de la familia. El nombre le viene de Ulises, rey de Ítaca, que añoraba volver a su tierra pero las circunstancias siempre le impedían hacerlo.

De Jerusalén: se trata de un delirio que sufren algunos viajeros a Tierra Santa por el cual llegan a creerse encarnaciones de personajes bíblicos ya sea del Nuevo o del Antiguo Testamento. No pasa solamente entre cristianos, también se puede dar entre turistas de religión judía.

Del viajero eterno: se da entre personas que han pasado una larga temporada en otro país y vuelven a su lugar de origen. Al regresar se dan cuenta de que su ciudad ha cambiado o de que la habían idealizado: entonces se da una extraña sensación de "no pertenecer a ninguna parte", lo que genera ansiedad y hasta depresión.

¿Es posible que cualquiera de nosotros sienta alguno de estos síndromes? Es muy probable que no, aunque quizá el que podríamos tener con más facilidad fuese el del viajero eterno. Nunca se sabe cómo puede afectar a nuestra salud nuestros hábitos viajeros.

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