El guiñol nació en Lyon

El Guiñol nació en Lyon

Ahora no es tan común, pero hubo un tiempo en el que no era difícil asistir a una representación de guiñoles. En los parques de grandes ciudades o en las plazas de los pueblos se colocaban pequeños teatros en los que marionetas movidas desde abajo representaban cuentos, historias satíricas y leyendas. Multitud de niños y padres se apiñaban alrededor de un pequeño escenario para ver una de sus representaciones.

Este modesto y barato espectáculo parece haber estado toda la vida ahí. Pero es más moderno de lo que pensamos. Los historiadores citan como año de su invención 1795 y como lugar la ciudad francesa Lyon. Lo que nos puede sonar más raro es el lugar exacto donde se hizo la primera representación.

Fue en la consulta de un dentista.

Sí, nada de teatros ni parques, ni siquiera de bohemia. El entrañable guiñol nació de la mano (nunca mejor dicho) de Laurent Mourguet. No es que el hombre tuviera inquietudes artísticas, más bien se debía a que quería hacer bien su trabajo. Para distraer a los pacientes con el objeto de que sintieran menos dolor – el primer anestésico fue probado en 1799- ideó un escenario con marionetas de guante. Si los personajes eran movidos por un ayudante o si el pobre Monsieur Mourguet los movía con una mano mientras con la otra realizaba sus tareas es algo que ignoramos, aunque la lógica opta por la primera opción.

A falta de argumentos elaborados Mourguet creaba las historias de su peculiar “compañía teatral” basándose en las noticias del día: las comentaba, las representaba, las dramatizaba. Casi sin darse cuenta había dado al guiñol su carácter satírico. Otra inspiración fue la de la “Commedia dell ‘Arte” italiana: como los personajes de este género suelen ser los mismos y representan un arquetipo (el ávaro, el astuto, el malvado, el enamorado…) el dentista se basó en ellos para no tener que cambiar las marionetas constantemente.

De hecho este tipo de representación tomó su nombre de uno de esos personajes, Guiñol (o Guignol), que representaba a la gente corriente y que a menudo solía resolver sus problemas con inventiva o con la ayuda de la gente. Este espíritu popular y solidario no es de extrañar pues estamos hablando de la época de la Revolución, la Convención.y el Tercer Estado. Mourguet era un hombre de su tiempo comprometido con la Revolución y no tardó en hacer de su invención un vehículo para la causa.

Era el medio perfecto: mientras los niños seguían la historia de marionetas los mayores eran informados de lo que ocurría en el país y, de paso, tanto padres como hijos tomaban conciencia de las necesidades de una Francia convulsa. El éxito fue tal que Mourguet dedició dedicarse plenamente a su arte y fundó una escuela de guiñol que todavía pervive.

Han pasado más de 210 años y la figura del buen dentista sigue siendo de las más queridas en la ciudad. En su plaza vieja se erigió un busto en su recuerdo y como homenaje a su persona Lyon alberga hoy el Museo Internacional de Marionetas.

Lo dicho: un arte cuyo éxito radica en su sencillez. Sin embargo hay algo que nos ha llamado la atención. ¿Os habéis dado cuenta de que uno de los espectáculos preferidos por los niños nació en uno de los lugares más temidos por los más pequeños? Ironías de la vida, la historia y el arte.

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