Festival de cine de Cannes

Cannes

No falla: durante este mes oiréis en muchos programas de televisión que “Cannes se llena de glamour” o que “las grandes estrellas se darán cita sobre la alfombra roja”. Algunas veces da la impresión de que lo menos importante son las películas… pero vamos a lo que vamos.

El festival de cine de Cannes es uno de los más prestigiosos, famosos y reverenciados del mundo. Intelectuales, aficionados, profesionales, mitómanos… mezclados cada año en lo que perfectamente podría ser uno de esos montajes cinematográficos en los que se entrecruzan las vidas de diversos personajes. Prácticamente nada ha cambiado: si ayer fotógrafos y románticos se daban de codazos por tener la mejor foto de Brigitte Bardot, hoy lo hacen por capturar la mirada de Charlize Theron. Su reputación sigue siendo la misma; y eso que parecía que su primera edición no iba a celebrarse debido a que la historia tenía una cita más importante.

Se suponía que el primer Festival de Cine de Cannes se iba a celebrar el 1 de septiembre de 1939. Seguramente la fecha os suena… ¡Exactamente! ese día de ese mismo año Alemania invadía Polonía y comenzaba la larga y cruenta Segunda Guerra Mundial. Como os podéis imaginar no puedo celebrarse hasta 1946, año posterior al fin de la guerra.

No deja de ser curioso que su nacimiento se debiera a una polémica entre países que después acabarían enfrentados. En 1938 la Italia de Mussolini otorgaba el premio del festival de Venecia ex aequo a dos películas de marcado carácter propandístico, “Olympia” de Leni Riefenstahl (Alemania); y “Luciano Serra pilota”, de Goffredo Alessandrini (Italia). Francia protestó pues todo el mundo esperaba que la ganadora fuese “La Gran Ilusión”, de Jean Renoir. Se sumaron a la protesta ingleses y estadounidenses.

Así intelectuales y cineastas galos pidieron al Elíseo que organizara un festival libre de influencias políticas. Al gobierno le encantó la idea y se puso manos a la obra; pero había una duda: ¿era mejor celebrarlo en Biarritz o en Cannes? Cuando la ciudad del Mediterráneo declaró que construiría un teatro exclusivo para el evento la balanza finalmente se inclinó a su favor.

A lo largo de los últimos años de los 40 y todos los 50 el festival fue ganando peso y prestigio. Pero había un problema: al celebrarse en septiembre, Cannes perdía gran parte de las premieres, con las que sí contaban los festivales de Venecia y Berlín, que se organizaban unos meses antes. La dirección solucionó esta eventualidad trasladando el evento a mayo. Además, como este mes hace buen tiempo pero no un calor asfixiante, resultó ser el ideal para que las estrellas se dejaran ver en la playa.

No ha sido el único cambio en su organización: a finales de los 60 varios directores exigieron la cancelación del festival en solidaridad con las protestas de mayo del 68, lo que propició el nacimiento de la quinzaine des réalisateurs, sección paralela de carácter independiente; y en los 70 se tomó la decisión de que fuese la propia organización del festival y no los países que concursaban quién escogiera las películas a participar. Con esta decisión se ganaba en calidad y crédito artístico sin renunciar a la elegancia del estrellato. Y así sigue siendo en la época del “famoseo accesible” y cine de masas.

Lo cierto es que la constante adaptación sin renunciar al puro espectáculo ha conseguido algo curioso: que cuando nos pregunten por una entrega de premios cinematográficos que no sea la de los Oscar digamos “Cannes”, incluso antes que los Goya. Sí, muy curioso.

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